viernes, 14 de diciembre de 2007

Vianey Ruelas

Es la hora en que las sombras
poco a poco se ensimisman.
Hoy decidí caminar hasta verte
fuerte, grácil, animoso
-pero mas hermoso que verte
y escucharte hablar es poseerte:
hay una lucha por dentro
que nace de la carne
de la primitiva hazaña
de buscar errante
el sentido fugaz del alma
para que no se rasgue.

Rolando Faraón Placier Castro

Sin más faro que tus ojos


Apareces en mi vida como llovizna, justo en el momento en que la aridez de mi alma es insoportable.
Entras en mí en una osmosis perfecta. Te bebo a diario y nuestra relación piel a piel, me alimenta como una simbiosis de seres unicelulares.
Levas mis anclas y sueltas mis amarras. Despliegas mis velas, que henchidas con tu aliento, me hacen volar, viajar, sin más rumbo que la libertad y sin más faro que tus ojos. Me gusta.

Rogelio Domínguez S.

Pared



Qué poder tienes, si me acerco a ti desapareces mi sombra. En ti recargo mi espalda y descanso mi fatiga; tus caras, muchas veces maquilladas otras veces con telarañas, me dan confianza. Testiga muda, guardadora de secretos, siempre callada y ciega, encerradora de misterios, cómplice de locuras, atajadora de vientos, guardadora de vergüenzas, protectora de sueños. Atrás de ti se ríe, se llora y tú marcas el silencio. Alrededor de ti siempre habrá gritos y recuerdos.
Tú eres la barrera, después de ti está la imaginación.

Mario Montaño

Estás muerta
irremediablemente muerta
siempre tan inerte ante mi tacto,
perdida en el mundo de mis recuerdos
ante el muro esquelético
de mi sombra,
de mi existencia
Postrada ante los fantasmas
de mi infancia.
La noche cae sobre nosotros
y una barca nos dice adiós
desde el puerto,
se pierde el mar
que nos salpica todo su llanto
a miles de distancias de nosotros,
y desde el puerto decimos adiós
con nuestra forma tan peculiar de despedirnos.
Ya sólo somos un pequeño punto en la distancia
y cada vez más lejano.

Estás muerta
interminablemente muerta,
y te sienta tan bien ese vestidito negro
que descuelga tu belleza,
que te hace ser única.
El temor de saberme tan solo
hace que te llame a gritos
pero tus pasos amortajados
van en dirección opuesta,
algo nos ha iluminado el rostro
pero no podemos observarnos,
sólo dos sombras que se llaman en la oscuridad
y no terminan de alcanzarse.

Nos vamos sintiendo tan viejos
que nos recostamos a descansar en nuestra tumba
pero el cansancio es tal
que nos duelen los huesos y el alma
el sueño nos va llamando a gritos,
y es entonces que cerramos los ojos
cerramos el llanto,
cerramos la memoria,
cerramos el dolor de nuestras vidas
para no vernos nunca más.

Elizabeth Cerecer

Fatamorgana

“Después de largo rato de recorrer el desierto,
ya no lo vemos: vemos otro desierto
que se nos ha tatuado en el espíritu”
Gabriela Mistral



1
El desierto es más grande que todo.
Mayor incluso que la suma de sus granos.
Horizonte baldío, ondulante resumen de obsesiones
polvo en cascada que mana de la abierta herida
que es el tiempo del viento.
Su confín, si acaso, es nada:
apenas la frontera que marca otro infinito replicado.

Territorio sinfín de sílice y espectros
fragmentos de absorta eternidad ensimismada
como espejos de sí
sopa vidriada de reflejos que te observan
en esa imagen dual por sí multiplicada.

Salvaje travesía por la desolación
el desierto es lengua en reinvención
cristal de textos en que yacen profundos desamparos.
No vagan por él héroes que invoquen el misterio
(¿Qué objeto tiene sondar en el desierto?).
Es él el sordo que predica y ara:
Todo en mí es elusivo tiempo y continente
de fuerzas invisibles que me mueven.
Fatamorgana soy y soy rescoldo
vigilia antagonista objeto en fuga.
Desencuentro
espejismo
reverbero.

Bajo el erial de átomos hirvientes
aterrados, oscuros, soterrados
no se hunden los verbos en la misma arena.
Siempre será otra, diversa,
venida del confín próximo (que es nada)
la que inunde, seca, con sus ocres tonos
la médula del ser.
¿Qué ser nada en la nada del desierto?
¿Qué es ser nada en su ser?

(Eres tú el solitario, el que no encuentra;
nunca el desierto que se tiene a sí
y al régimen de luz en que se baña).