sábado, 20 de octubre de 2007

Sara Bogarín

Día de playa


A quién se le habrá ocurrido cavar este pozo en medio de la playa. Ha sido larga la noche en este lugar tan estrecho y aunque parece que ya es de mañana casi no puedo ver nada, todo está oscuro aquí abajo y el cielo es apenas un punto luminoso que parece estar tan lejos. Sólo espero que mi familia no tarde en despertar y dándose cuenta de que falto venga a buscarme y sacarme de aquí porque hace mucho calor y tengo arena en los ojos, además me da miedo que antes de que alguien escuche mis gritos las paredes se vengan abajo y quede yo sepultado, será mejor que intente salir. Trato de asirme a la pared estirándome lo más alto posible y brinco al mismo tiempo que intento levantar mi cuerpo tirando de una piedra que encontré incrustada en la pared, pero no logro avanzar nada, antes la pared comienza a derrumbarse; vuelvo a intentarlo, pero esta vez se me ocurre que en lugar de volver a trepar verticalmente podría intentarlo de lado, así que apoyando un costado en el fondo del agujero coloco mis extremidades sobre una pared y me desplazo lateralmente; logro, aunque lentamente, avanzar más que en el primer intento, eso me anima por lo que continúo esforzándome y conforme trepo lo que en un principio pareció muy difícil se va haciendo más ligero, ahora puedo moverme mas rápido y no se me dificulta en nada asirme a la pared de arena. Ya está cerca la salida, puedo escuchar el mar reventado allá afuera, continúo ya despreocupado, pero deseoso de llegar a la orilla y refrescarme.
Finalmente la salida, lo logré, estoy fuera. A lo lejos acampa una familia, y yo sacudo mis tenazas y avanzo hacia el mar.

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